
Pero
no sólo su quehacer intelectual y académico la definían, en su ser
habitaba una mujer de sonrisa franca, de sencillez apreciable, de
valores inquebrantables, de sentimientos nobles, de metas claras,
plena de afecto fraterno por su amada familia, sus compañeros, sus
amigos, sus estudiantes. Disfrutaba viajar y del conocimiento que tal
actividad pudiera ofrecerle, del cine, del teatro, de la lectura y
de la conversación amena con las amigas; todo ello aunado a su
calidad humana, al respeto por los demás, a su espíritu pacífico y
al pensamiento autónomo que la caracterizaban.
En
su honor, comparto un extracto de la Canción
de la vida profunda del poeta
Porfirio Jacob:
Tenemos
una vida, pero…
…hay
días en que somos tan móviles, tan móviles,
…hay
días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
…hay
días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
Mas
hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día... en que
levamos anclas para jamás volver...
Dejo
también a ustedes las palabras del colega y amigo Pascual
Villegas, quien
al saber de su partida, nos
escribió…
Evelina
/tú no te fuiste/tú siempre,/como un ángel,/estarás entre
nosotros/pues te quedaste en el recuerdo/de quienes te conocimos/y,
seguramente,/nos darás la bienvenida,/con tu sonrisa de
siempre,/cuando el ETERNO/nos llame/para que compartamos/su infinita
sabiduría.
Evelina,
permanecerás entre nosotros porque hiciste historia de vida…
efectivamente, ahora eres un ángel, nuestro ángel.
Nancy
Barreto de Ramírez
sept, 2011.
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